Época: Anzio/Cassino
Inicio: Año 1943
Fin: Año 1945


(C) Victor Nieto y Alicia Cámara



Comentario

(1) Las bajas norteamericanas en el cruce del Rápido fueron de 1.681 muertos, heridos y desaparecidos (entre ellos, como se supo después, 875 prisioneros). A eso había que añadir los intentos frustrados realizados a partir del 16 de enero, luego del bombardeo masivo del monte Trochio y su posterior abandono por los alemanes, en el cruce del Garellano, abajo del Rápido, y efectuado por el 10.° Cuerpo británico de McCreery (Divisiones 5.ª, 46.ª y 56.ª), que fue otro sangriento fracaso, saldado con cerca de 2.000 bajas.(2) Al término de la conquista de Sicilia, Hitler pensó enviar al tambaleante frente italiano un hombre enérgico y de prestigio que galvanizase a las tropas y diese la vuelta a la apurada situación militar. Ese hombre no podía ser otro que Erwin Rommel, que aseguraba ser indefendible la península italiana ante el poder aéreo absoluto de los aliados y las inevitables operaciones anfibias que irían recortando las líneas de defensa germanas. Hitler, que no quería finales anticipados, desplazó a Rommel diciéndole irónicamente: "Es mejor que no vaya a usted a Italia, los italianos no le quieren. No le pueden perdonar el que fuese usted el único que les llevó a la victoria". En consecuencia Kesselring obtuvo el mando, y el Grupo de Ejércitos pasó a ser el C, mientras era destinado poco después a Francia a la cabeza del B.(3) En la primera oleada de Anzio, había soldados ingleses y americanos en la misma proporción. Las fuerzas británicas comprendían la 1.ª División de Penney, la 2.ª Brigada de Servicios Especiales (compuestas por dos batallones de comandos) y el Regimiento de carros 46.°, las americanas de Truscott eran la 3.ª División, junto con un batallón acorazado, otro de paracaidistas y tres batallones de Rangers.(4) Los alemanes habían evacuado a la población civil y en las abandonadas casas sólo permanecían varias compañías de destino y un batallón en período de descanso. En total, cerca de 2.000 hombres. Estos soldados, sin armamento adecuado ni mandos que los dirigiesen, se pusieron a salvo retirándose a toda prisa hacia el interior.(5) Esta, al menos, era siempre la referencia que hacía Lucas del caso, a raíz de las investigaciones motivadas por el fracaso de Anzio. Clark por su parte, en su obra Calculated Risk, mantiene, evidentemente, una opinión diferente.(6) En el desembarco de Salerno -Operación Avalanche del 8 al 9 de septiembre de 1943, justo horas después del anuncio de la rendición italiana al general Eisenhower- participaron dos Cuerpos de Ejército, el 10.° británico (División 46ª y 56ª), junto con los Rangers de Darby -tres batallones- y dos unidades de los comandos de Laycok y el 6.° USA, de Dawley (Divisiones 45.ª y 36.ª Texas: posteriormente cuando se hubiese ocupado el puerto de Nápoles, llegarían la 1.ª acorazada americana, la 34.ª y la 3.ª de igual modo que la 7.ª Acorazada británica desembarcaría al sexto día de la invasión). La oposición fue débil en principio, ya que los mandos alemanes, incluido Kesselring, esperaban un desembarco mucho más cerca de Roma, incluso en Yugoslavia, como temía el propio Hitler. Los alemanes, sorprendidos por la rendición italiana, reaccionaron ocupando las defensas costeras abandonadas por sus antiguos aliados. Disponían de 75.000 hombres en las proximidades de la zona de invasión. Von Vietinghoff, que fue el único en suponer un desembarco aliado entre Creta y Salerno, movilizó rápidamente a los 14.° y 71.° Panzerkorps, mientras los 17.000 hombres de la reforzada 1.ª División de paracaidistas permanecían en Foggia. El 13 de septiembre Vietinghoff atacó con violencia en la brecha existente entre los dos Cuerpos de Ejército aliados por Vietri, Battipaglia y Eboli. Durante todo ese día y el siguiente, la catástrofe planeó sobre los efectivos aliados, de espaldas al mar. Se utilizó incluso, a la desesperada, el lanzamiento de parte de la 82.ª Aerotransportada detrás de las líneas germanas. Fue otro fracaso. Finalmente, gracias al apoyo aeronaval y al desfonde final de los alemanes, que no pudieron romper la última línea de resistencia americana en la confluencia de los ríos Sele y Calore, se mantuvo el frente. El 17, dándose cuenta de que no podía arrojar al enemigo al mar, Vietinghoff ordenaba la retirada hacia la línea del Volturno. En los veintiún días que transcurrieron hasta la caída de Nápoles, el V Ejército de Clark tendría que lamentar 12.000 bajas.(7) En la lucha por Creta -del 20 al 28 de marzo de 1941-, Freyberg, aislado de todo apoyo aéreo y naval, cedió al fin la posesión de la isla ante el asalto masivo de los paracaidistas de la 4.ª División de Student. Fue la primera operación aerotransportada de la historia en que se empleaban medios tan numerosos. Pero las bajas fueron tremendas. Más de 4.000 muertos y 3.000 heridos entre los paracaidistas alemanes. Freyberg, que tenía bajo su mando 32.000 hombres -de estos 10.000 griegos-, pudo evacuar algo menos de la mitad -las bajas totales incluyendo los prisioneros, muy numerosos, ascendieron a 18,600 pese al acoso de la Luftwaffe, particularmente efectiva en estas acciones, que culminaron con la pérdida de tres cruceros, seis destructores y 44 transportes para los ingleses.(8) El vuelo de reconocimiento de Wilson y su adjunto, Jacob Devers, se efectuó en un aparato de control de tiro de la artillería, una lentísima Cessna, a sólo 75 metros de altura sobre la abadía. Entre las numerosas figuras que los dos jefes aliados pudieron ver en los patios -estaban allí refugiadas cerca de 1.300 personas, habitantes de Cassino en su mayor parte- es posible que hubiera algún grupo de soldados alemanes, que realizaban metódicas revisiones de la abadía -pese a que se ha insistido en que por el monasterio no aparecían-, pero de ahí a la confirmación de defensas -inexistentes, como lo demuestran todos los testimonios- y hasta de antenas de radio iba un abismo.(9) Minutos después, llegaba una segunda oleada de bombarderos medios Mitchell y Marauder. Los 47 B-25 y 45 B-26 lanzaron otras 110 toneladas de alto explosivo.(10) El 29 de febrero, Kesselring lanzó su postrer intento por desmoronar la cabeza de puente de Anzio. Amparados por una meteorología favorable, los alemanes volvieron a avanzar, presionando intensamente las líneas aliadas. Sin embargo, éstas no cedieron más que posiciones insignificantes, y el 2 de marzo, dominados por un cielo despejado que puso en el aire a 250 Fortalezas Volantes y 180 caza-bombarderos, los alemanes se replegaron definitivamente, tras sufrir 3.500 bajas y perder 30 carros.(12) Sobre este punto véase la obra de Charles B. Burdick, Germany's military strategy and Spain in World War 11, New York, 1968, págs. 35 y ss.(13) Antonio Marquina, "Franco quiso participar en la Segunda Guerra Mundial", diario El País, 19, 21, 22 de noviembre de 1978, y la polémica consiguiente con Ramón Serrano Suñer en el mismo diario, 26, 28, 29 de noviembre, 15 y 23 de diciembre de 1978. Aquí se puede encontrar una densa información documental y bibliográfica que en este estudio omitimos.(14) Donald S. Detwiler and alia World War Il", German military studies, V. 7. New York and London, 1979, C-065h, pág. 3.(15) Antonio Marquina, op. cit.(16) Donald S. Detwiler and alía, op. cit., pág. 4.(17) De modo peculiar, F. O. 371/49663/5 y 13. N. A. OSS 58933, y Archives des Relations Extérieures (ARE), Serie 1939-1945, Guerre-Alger, 1269, págs 88-102.(18) ARE, Serie 1939-1945, Guerre-Alger, 1271, págs. 60-69.(19) Así lo reconoció el propio Ramón Serrano Suñer en una conversación con Mr. Malley, de la Embajada británica en 1945. F. O. 371/49663/5.(20) Véase Antonio Marquina, Aranda contra Franco), Historia 16, 72 (1982), págs. 21-30. Los británicos llegarían a contactar con treinta generales españoles.(21) Antonio Marquina, Biografía de Ramón Serrano Suñer, en la obra de Hugh Thomas, La guerra civil española, Ediciones Urbión, fascículo 102, Madrid, 1979-1980. Ángel Viñas, en Política comercial exterior en España (1931-1975), Madrid, 1979, incide en los aspectos económicos y cita un informe del Ober Kommando de la Wehrmacht donde se resalta que la capacidad económica bélica de España no le permite por ahora sostener una guerra con sus propias fuerzas, ni siquiera por un corto período de tiempo, pág, 337. Ricardo de la Cierva, en Hendaya punto final, Barcelona, 1981, da una nueva visión de estos acontecimientos, aunque esta vez el aparato crítico es más elaborado. Si bien no recoge la documentación abierta y los estudios publicados a finales de los años setenta, incluso en España.(22) Donald S. Detwiler and alia, op. cit., pág. 7.(23) Víctor Morales Lezcano, Historia de la no beligerancia española durante la Segunda Guerra Mundial, Las Palmas, 1980, págs. 80-93.(24) Antonio Marquina, Franco quiso participar en la Segunda Guerra Mundial, op. cit.(25) Charles B. Burdick, op. cit., págs. 63-97.(26) Donald S. Detwiler and alia, op. cit., pág. 11.(27) Idem, pág. 12.(28) Idem, págs. 13-21.(29) Véanse estos planes en Charles B. Burdick, op. cit. Antonio Marquina, Aranda contra Franco, op. cit., y "El plan Backbone", Historia 16, 79 (1982), páginas 11-22.(19) Antonio Marquina, Franco quiso participar en la Segunda Guerra Mundial, op. cit.